miércoles, 26 de mayo de 2010

El que come y no convida...


A pesar que la Argentina tiene un potencial para producir alimentos que satisfagan la necesidad de 300 millones de personas (casi siete veces mas que su población actual), en el país se registra una de las tasas de mortalidad infantil mas alta de Latinoamérica (del 13 por mil) y la muerte de tres niños cada hora por desnutrición. Los políticos venden su imagen apoyados en un discurso que trae soluciones en seguridad, educación y macroeconomía, pero ¿cómo solucionamos el hambre y la pobreza?.
Si se revisan páginas web como redessociales.com.ar o el portal de UNICEF, se encontrarán datos concretos sobre la pobreza en Argentina y en otros países de América Latina y el Caribe. La frialdad de la estadística es tan cruda como la información que refleja y las conclusiones que se pueden sacar. Los gobiernos no encuentran (o no buscan) solución a este tema de nunca acabar.
Históricamente la pobreza es asociada a la falta de trabajo y de contención social por parte del Estado. Y aunque el país haya vivido bajo el mando de sucesivos gobiernos peronistas, no se puede decir que éstos hayan realizado ni un mínimo porcentaje de la labor social del “primer trabajador”, y eso se ve reflejado en el constante aumento de los porcentajes de pobreza e indigencia y en el aumento de las consecuencias que conllevan (inseguridad, drogadicción, deserción escolar, etc.).
Así, el país sufre una de las mayores tasas de mortandad infantil, aunque pueda producir alimentos para darle de comer a siete Argentinas enteras y aunque el gasto para alimentar a un niño menor de seis años no supere los diez pesos diarios. La certeza de esos datos y la obscenidad con que los políticos hacen campañas contra un grupo mediático en lugar de trabajar en conjunto para dar soluciones, dan para pensar en el egoísmo que el pueblo y los representantes sufren (porque el egoísmo es una enfermedad, tanto como la ceguera).
La solución de los problemas no se logran debatiendo la asistencia o no a un país asiático o yendo o no a dar quórum. Tanto opositores al gobierno oficial, como los que apoyan a la Presidente, deberían comenzar a trabajar juntos y a tratar de sacar el país adelante. Argentina tiene 45 millones de personas, de las cuales 20 millones se encuentran en la pobreza total. A nadie se calma las ganas de comer realizando un discurso antikirchnerista en TN, así como tampoco nadie llena sus estómagos mirando partidos de fútbol que le cuestan al Estado 600 millones de pesos (con este dinero se alimentarían a los 260 mil niños menores de seis años desnutridos en nuestro país por casi cien días), por lo que la única solución a este problema es vacunarse, no contra la gripe, sino contra esa enfermedad que es el egoísmo.

jueves, 6 de mayo de 2010

"Que se cambie todo, que no quede ni uno solo"


A poco de cumplirse cien años de la Reforma Universitaria de 1918, el alumnado del siglo XXI no consta aún de aquellos derechos otorgados luego de la ardua lucha que derivó en cambios supuestamente radicales dentro de la educación tanto superior como de niveles menos avanzados dentro de la Argentina. Esta situación hace pensar que, una vez más, el pueblo se regocija de un triunfo que no fue tal.
Ya en el año 2010 los estudiantes universitarios no pueden jactarse de muchos de los logros supuestamente obtenidos por sus compañeros de principios del siglo XX. Las universidades nacionales no cuentan aún con el desarrollo pleno de sus obligaciones para con ellos, y los ejemplos son la principal base de esa afirmación y el principal argumento.
Apoyándome en la utilización como ejemplo de la casa de estudios a la que concurro, se encuentran varias diferencias en cuanto al ideal de lo que los reformistas pretendieron y creyeron lograr. Entre esos puntos (o triunfos) cabe destacar el incumplimiento de tres de ellos como son las cátedras paralelas, el concurso público y la periodicidad de la cátedra.
Se puede corroborar el incumplimiento de esos tres pilares de la educación democrática en la Universidad Nacional de La Matanza: Existencia de un máximo de tres cátedras por cada materia ofrecida, un cuerpo docente “vitalicio” y muchas veces parte del mismo alumnado y la enseñanza de temas viejos o no-actualizados, son ejemplos de una educación que todavía no se adaptó a lo pautado en aquellos años de lucha.
Como dijera Rogelio Alaniz, historiador y docente de la Universidad del Litoral (fundada a partir de la Reforma del ’18), “la reforma universitaria se hizo para estudiar mas y mejor”, aunque en la actualidad ese deseo que pretendía convertirse en realidad no parece tener oportunidad de concretarse mientras las casas de altos estudios continúen con algunos vicios de la educación autoritaria y “católica” de aquellos tiempos.
Una vez mas el pueblo argentino carece de memoria y parece olvidar “los laureles que supimos conseguir”, estancándose y disfrutando de un triunfo que está incompleto y que no termina de afianzarse, un triunfo que aún no es definitivo como tantas otras victorias a medias de las que la población se jacta. Así como ese canto de 2001 no logró que se vaya nadie, “el Grito de Córdoba” tampoco termina de escucharse.

Noticias de objetividad subjetiva

Con el correr de los años y de los conocimientos recibidos, aprendidos y aprehendidos en carreras relacionadas a comunicación y periodismo en todas sus facetas, el alumno adquiere y asimila una forma de relatar los hechos, una estructura ideal en la que su propia opinión no tiene lugar y en la que solo reina la objetividad. Pero en la realidad que rodea a una redacción o a una empresa de noticias, esa objetividad y esos conocimientos pierden autoridad y se entregan a los intereses impuestos por el líder económico de turno. ¿Qué es lo que se toma en cuenta para la presentación de un tema? ¿Cuánta importancia tiene la caja financiera que sustenta al medio?
En la actualidad observamos que los intereses económicos rigen en cada medio y en cada noticia. El duelo entre multimedios Clarín y el gobierno delató esa relación de dependencia al ponerse sobre la mesa la situación de varios empresarios y su relación con cada medio, pero esta situación no es novedosa sino que data de la época menemista y quizás antes. Como dice Pasquini Durán en una nota titulada “La noticia es ficción”, “un medio es un complejo sistema de transacciones”, y esas transacciones vienen dadas por los intereses de las partes y no por presentar la verdad pura y objetiva de las cosas.
“La publicidad en algunos casos es determinante” y el contenido publicado por los medios se ve tergiversado por esas empresas que controlan el futuro económico de cada medio. Entonces la objetividad aprendida en los institutos terciarios y en las universidades pierde todo valor y significado, para convertirse en una subjetividad obligada por un jefe de redacción que se ve forzado por sus “dueños” a contar una realidad poco convincente.
Con todo esto se establece que la noticia no es solo un acontecimiento (un hecho que produce un quiebre en la vida cotidiana), sino que además debe vender (literalmente hablando) para satisfacer no solo al público receptor sino también a la empresa emisora (emisora de recursos económicos). Como dice Durán “la noticia es ficción: está producida en busca de atrapar la atención de la audiencia”, lo que echa por tierra cualquier conocimiento previo que podamos tener sobre la profesión y sobre los ideales de nuestra labor.
La noticia ya no es lo que era, su origen ya no está pautado por criterios de noticiabilidad, la objetividad que acusan los medios autodenominados independientes nunca fue tal. Hoy para que un hecho sea noticia debe cumplir un solo e importante requisito: Vender, captar público y aumentar la caja financiera de quienes sustentan al medio emisor de esa noticia.