Sin dudas que la década del 70 fue de las mas terribles vividas por la sociedad argentina y por toda Latinoamérica. Pero dentro de lo terrible siempre surge algo positivo que intenta contrarrestar los embates del miedo. Aquella é
poca fue abundante en terror, en violencia, en destrucción, pero también en ideas, revoluciones y luchas justas. ¿Acaso por eso la generación de los 90 debería someterse a los setentistas y permanecer estáticos ante la suposición de que ya está todo ganado y que no hay mas nada por lo que pelear?
En su artículo “Los 70 vs. los
La juventud de los 70 no luchaba solo intelectualmente, sino también físicamente. Ellos no tenían poder de decisión ni tampoco libertad de pensamiento. Las noches de bastones largos y de lápices no fueron historias contadas como leyendas para asustar a jovencitos con aires revolucionarios. Todo eso existió, sucedió, en este territorio pero hace treinta años. Reconocer el pasado es útil en la medida que podamos utilizarlo para forjar el futuro, y eso es lo que la generación del 90 está haciendo.
Las luchas son muy diferentes, el contexto de democracia y libertad lo cambia todo, aunque la relación del Estado encadenado al poder celestial del dólar y de las grandes empresas no haya cambiado demasiado. Los debates se centran mas en la razón que en la acción, y no está mal creer que la violencia es incorrecta en un mundo que cambió radicalmente su pensamiento a partir del triunfo del liberalismo (aunque el principal representante de este modelo económico-hegemónico continúe invadiendo países lejanos e impartiendo “justicia” por mano propia o “a pedido”).
En el presente hay que destacar que esta juventud, que para JP “ni siquiera tiene una época propia”, ha logrado grandes triunfos y continúa luchando por sus ideales y lo que cree justo. Esta generación y la de los 80 peleó en conjunto (ejemplo burdo quizás para JP) por la sanción de una nueva Ley de Medios, salió a la plaza un diciembre de
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