domingo, 18 de julio de 2010

"¿Quién nos habla aquí de olvido?"

En abril de 1982 comenzó el principal conflicto bélico internacional en el que Argentina estuvo involucrada en los últimos 50 años. El contexto socio-político y económico tenía al pueblo encadenado y sumiso a todas las decisiones que vinieran desde el Comandante en Jefe de turno, y los medios de comunicación no fueron la excepción. “¿Quién nos habla aquí de olvido?”, ¿los medios quizás? Antes, durante y después de la guerra de Malvinas se produjo en el territorio argentino un silencio, una calma, un ocultamiento de información y una censura exagerada que no permitía a la prensa realizar un trabajo digno. Se sabe que quienes cumplieron con su deber ético y moral hoy están exiliados o desaparecidos, pero este es un tema aparte que merecería otro análisis. A pesar que la guerra del Atlántico Sur era apoyada por todo un pueblo sometido y persuadido por la Junta Militar, los medios de comunicación alteraban la verdad para poder mantener esa euforia inicial y, sobre todo, para que sus jefes de turno (no los jefes de redacción, ni editores, ni productores, sino los jefes de las Fuerzas Armadas) pudieran respirar e intentar continuar en el poder. Títulos como “vamos ganando” o “las Malvinas son nuestras” abundaron tanto en medios escritos como audiovisuales. Pero no hacía falta ser muy precavido para darse cuenta que todo era una mentira. Cualquier persona con experiencia militar sabía cuál era la verdad en las islas sin necesidad de estar allí, pero el periodismo continuaba insistiendo con el triunfo nacional y la recuperación exitosa de las islas del sur. Al finalizar el conflicto se supo que los titulares ambiciosos no eran leales a la verdad y que cientos de jóvenes fueron diezmados en aquella zona helada, pero ni siquiera con el resultado negativo “en mesa” los medios reconocieron sus errores, sino que, bajo orden del gobierno de facto, “había que evitar que se derribara el mito del heroísmo y grandeza de nuestros mandos y acallar las quejas sobre el hambre, el frío y las cobardías”, según Rodolfo Balmaceda, veterano de guerra. Dada la orden de guardar silencio sobre el caso Malvinas, los medios informativos no dudaron en acatar el mandado al pie de la letra provocando no ya mala información en el pueblo, sino desinformación, lo cual no implica enterarse de cosas erróneas sino ni siquiera saber lo que había sucedido, coartando el derecho a la información de toda la población. Así, “los soldados que combatieron en Malvinas regresaron casi de contrabando, en el mayor y más de los hostiles de los silencios, con prohibición de hablar y, sin desfiles y demostraciones populares” (R. Balmaceda en “La Argentina Indefensa”), algo que seguramente no hubiera sucedido de haber ganado y algo que seguramente no sucederá si el seleccionado de fútbol gana la copa del mundo en Sudáfrica, porque los argentinos son los mejores en las buenas y en las malas se refugian en un manto de silencio que comienza siempre por la opinión de los medios masivos de comunicación.

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