
A pesar que la Argentina tiene un potencial para producir alimentos que satisfagan la necesidad de 300 millones de personas (casi siete veces mas que su población actual), en el país se registra una de las tasas de mortalidad infantil mas alta de Latinoamérica (del 13 por mil) y la muerte de tres niños cada hora por desnutrición. Los políticos venden su imagen apoyados en un discurso que trae soluciones en seguridad, educación y macroeconomía, pero ¿cómo solucionamos el hambre y la pobreza?.
Si se revisan páginas web como redessociales.com.ar o el portal de UNICEF, se encontrarán datos concretos sobre la pobreza en Argentina y en otros países de América Latina y el Caribe. La frialdad de la estadística es tan cruda como la información que refleja y las conclusiones que se pueden sacar. Los gobiernos no encuentran (o no buscan) solución a este tema de nunca acabar.
Históricamente la pobreza es asociada a la falta de trabajo y de contención social por parte del Estado. Y aunque el país haya vivido bajo el mando de sucesivos gobiernos peronistas, no se puede decir que éstos hayan realizado ni un mínimo porcentaje de la labor social del “primer trabajador”, y eso se ve reflejado en el constante aumento de los porcentajes de pobreza e indigencia y en el aumento de las consecuencias que conllevan (inseguridad, drogadicción, deserción escolar, etc.).
Así, el país sufre una de las mayores tasas de mortandad infantil, aunque pueda producir alimentos para darle de comer a siete Argentinas enteras y aunque el gasto para alimentar a un niño menor de seis años no supere los diez pesos diarios. La certeza de esos datos y la obscenidad con que los políticos hacen campañas contra un grupo mediático en lugar de trabajar en conjunto para dar soluciones, dan para pensar en el egoísmo que el pueblo y los representantes sufren (porque el egoísmo es una enfermedad, tanto como la ceguera).
La solución de los problemas no se logran debatiendo la asistencia o no a un país asiático o yendo o no a dar quórum. Tanto opositores al gobierno oficial, como los que apoyan a la Presidente, deberían comenzar a trabajar juntos y a tratar de sacar el país adelante. Argentina tiene 45 millones de personas, de las cuales 20 millones se encuentran en la pobreza total. A nadie se calma las ganas de comer realizando un discurso antikirchnerista en TN, así como tampoco nadie llena sus estómagos mirando partidos de fútbol que le cuestan al Estado 600 millones de pesos (con este dinero se alimentarían a los 260 mil niños menores de seis años desnutridos en nuestro país por casi cien días), por lo que la única solución a este problema es vacunarse, no contra la gripe, sino contra esa enfermedad que es el egoísmo.
Si se revisan páginas web como redessociales.com.ar o el portal de UNICEF, se encontrarán datos concretos sobre la pobreza en Argentina y en otros países de América Latina y el Caribe. La frialdad de la estadística es tan cruda como la información que refleja y las conclusiones que se pueden sacar. Los gobiernos no encuentran (o no buscan) solución a este tema de nunca acabar.
Históricamente la pobreza es asociada a la falta de trabajo y de contención social por parte del Estado. Y aunque el país haya vivido bajo el mando de sucesivos gobiernos peronistas, no se puede decir que éstos hayan realizado ni un mínimo porcentaje de la labor social del “primer trabajador”, y eso se ve reflejado en el constante aumento de los porcentajes de pobreza e indigencia y en el aumento de las consecuencias que conllevan (inseguridad, drogadicción, deserción escolar, etc.).

Así, el país sufre una de las mayores tasas de mortandad infantil, aunque pueda producir alimentos para darle de comer a siete Argentinas enteras y aunque el gasto para alimentar a un niño menor de seis años no supere los diez pesos diarios. La certeza de esos datos y la obscenidad con que los políticos hacen campañas contra un grupo mediático en lugar de trabajar en conjunto para dar soluciones, dan para pensar en el egoísmo que el pueblo y los representantes sufren (porque el egoísmo es una enfermedad, tanto como la ceguera).
La solución de los problemas no se logran debatiendo la asistencia o no a un país asiático o yendo o no a dar quórum. Tanto opositores al gobierno oficial, como los que apoyan a la Presidente, deberían comenzar a trabajar juntos y a tratar de sacar el país adelante. Argentina tiene 45 millones de personas, de las cuales 20 millones se encuentran en la pobreza total. A nadie se calma las ganas de comer realizando un discurso antikirchnerista en TN, así como tampoco nadie llena sus estómagos mirando partidos de fútbol que le cuestan al Estado 600 millones de pesos (con este dinero se alimentarían a los 260 mil niños menores de seis años desnutridos en nuestro país por casi cien días), por lo que la única solución a este problema es vacunarse, no contra la gripe, sino contra esa enfermedad que es el egoísmo.


